miércoles, junio 8

La receta de la abuela.

Hace más de un año que no cocinaba, al menos no en el estricto sentido de la palabra. Esta es una de esas recetas simples, tan planas como un discurso político pero terriblemente efectiva para aquellos que gustan del incomprendido sabor del ajo.

  • 250 gramos de ejotes
  • dos o tres dientes de ajo de buen tamaño
  • aceite de oliva
  • agua
  • sal y pimienta
Después de lavar los ejotes hay que dejarlos en agua hirviendo con sal para que se pongan más verdes y después remojarlos en agua helada para interrumpir la cocción. Este paso es meramente estético así que no hay problema si lo brincan.

En el sartén pongan a dorar en el aceite el ajo picado como Dios les dio a entender, como les guste, pues. Agreguen los ejotes secos (prefiero dejarlos con un poco de agua, me gusta que el ajo dorado quede un poco chicloso), sal y pimienta al gusto y sofrían unos minutos.

Ahora depende del gusto de cada quien, si les gustan más crudos o más dorados los ejotes. Así de sencillo se obtiene una buena guarnición para carne, nada difícil.

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